DANIEL PASCUAL THE CEO COACH
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La obsesión de tener que ganar siempre… y en lo que te está convirtiendo.

6/1/2021

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Para mí es el mal hábito nº 1.
Lo reconozco: Sí, es algo con lo que llevo luchando desde hace años.
Bueno mejor así.
Así lo dejo ya claro desde el principio.
Me atrevo a decir que lo es porque de él derivan casi todos los demás malos hábitos que tenemos.
Aunque es una conducta que veo normalmente cuando trabajo con CEOs y ejecutivos de éxito, he llegado a la conclusión que está mucho más extendido.
Porque no solo lo veo en las organizaciones. Está en la política, la cultura, los deportes, etc.
​Pero, ¿De qué va este mal hábito de querer ganar siempre y cada vez más?
Es la necesidad de satisfacer las ganas de ganar a toda costa.
Ganar en cualquier situación, siendo insensible a las consecuencias en las personas e indiferente de si vale la pena o no.
He escuchado como algunos lo llegan a considerar una “buena” obsesión e incluso una virtud que lleva a la perfección y al alto rendimiento.
¿Y por qué no? ¿Ser más competitivo, ambicioso o exigente no ayuda en los tiempos complicados en los que nos movemos?
Déjame responderte: ¡NO!
Este hábito es una obsesión.
Y como tal no hay nada de bueno en ello.
Sí, es así, aunque el libro de moda o el ejecutivo de gran éxito o incluso el “gurú” en motivación te quiera convencer de lo contrario.
Se vuelve en una obsesión cuando no diferencias más la clara (y sana) línea entre lo necesario y lo innecesario.
Y esta fina línea la cruzas más veces de lo que piensas. Aquí unos ejemplos…
  • Cuando de primeras lo cuestionas todo y te obcecas en tu posición porque quieres que tu opinión prevalezca sí o sí (otra forma de querer ganar).
  • Cuando menosprecias o buscas siempre el lado negativo de lo que se te propone para demostrar que sabes más (también otra forma de querer ganar).
  • Cuando no compartes información para tener así una ventaja sobre otros.
  • Cuando siempre tienes que decir tú la última palabra, aunque no aporte nada, porque necesitas demostrar tu estatus.
  • O incluso cuando estás en la caja del supermercado y te pones nervioso buscando la cola que va más rápida.
¿Te suena esto?
Se ha convertido por lo tanto en algo cotidiano sobre lo que ni piensas.
Y para la gran mayoría se ha convertido en el “gen dominante” del ADN del éxito o el elemento más importante de su fórmula del éxito.
Es triste pero cierto.
Pues no tiene que ser así.
Me niego a aceptarlo como algo que se ha establecido para quedarse.
He visto como trabajando y cambiando este hábito se puede llegar a tener incluso más éxito.
Te propongo para ello esta simple técnica… es simple, pero una advertencia: Para muchos les va a resultar tan difícil como levantar 100 kilos!!! ... y lo digo por experiencia propia.
  1. Antes de responder o de hablar, párate por unos segundos y respira (¡sí, respira!)
  2. Pregúntate: ¿Vale la pena?
  3. Se muy honesto contigo mismo. Te invito a reflexionar sobre: ¿Realmente aporta valor y/o es necesario este comentario o respuesta?, ¿Qué impacto tiene sobre la otra persona y sobre mi?, ¿Gano yo y el otro pierde? y ¿Por qué quiero y necesito responder de esta forma?
  4. Toma entonces una decisión. Puedes dejarte llevar por el mal hábito o puedes comenzar marcando una diferencia. Si ves que tu respuesta o comentario es correcto, pero no acertado porque simplemente no toca o no es la mejor opción, quizás es mejor cambiarlo o callarse.
No hace falta más.
Y nos dejamos de una vez del “o aquí gano yo o no gana nadie”.
Me gusta lo que desde hace un tiempo Simon Sinek nos intenta transmitir con el “juego infinito”.
La pandemia nos ha hecho ver muy claro que el objetivo ya no es ganar al otro y así ganar la “jugada”. El objetivo es mantenerse el máximo tiempo posible en la jugada y crecer y mejorar manteniendo el juego activo de forma infinita.
Me gusta más esta visión. Algo idílica y complicada de aplicar en la realidad hiper-competitiva en la que estamos actualmente. Pero es un comienzo...
Porque quita presión a nuestra forma de pensar y pone la prioridad en lo que la hay que poner:
Tener siempre claridad sobre el por qué y el para qué hacemos realmente las cosas.
¿Cómo lo ves tú?

#humanresources #productividad #motivation #creativity #entrepreneurship 
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La otra pandemia... sobre la que nadie habla.

5/25/2021

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Más del 82% de los CEOs y directivos sufre de este nuevo mal… y ni siquiera son conscientes de ello.
Se trata de un comportamiento en ejecutivos que se ha ido agravando con la pandemia y la crisis que vivimos. Algo que ya venía viendo desde hace tiempo pero nunca lo vi tan generalizado.
Es el síndrome o la actitud de “Escalación del propio compromiso hasta una pérdida total de la percepción sobre la realidad.”
A ver, ¿Cómo?
En palabras más simples… Es cuando haces una inversión inicial de tiempo y esfuerzo (y dinero) para alcanzar un objetivo y de repente te das cuenta de que has tomado en realidad una mala decisión.
Pero en vez de parar y replantearlo te obsesionas en conseguirlo, en seguir. Te comprometes tanto que decides seguir de la misma forma invirtiendo más tiempo y esfuerzo.
El resultado: Burn out, desconexión, inflexibilidad y… pérdida de una visión crítica y realista de lo que pasa.
¿Te suena esto?
Es cuando nos llaman de tozudos, obsesionados o que tenemos la visión túnel.
Es lo de tener “cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguirlo”.
Pero a ver, ¿Esto no es bueno en verdad?
¿No se está hablando (y alabando) tanto últimamente lo de ser persistente, enfocarse en las cosas prioritarias o lo de no rendirse nunca? 
La verdad es que no es bueno. Y menos cuando te vuelve rígido y sin capacidad de reaccionar ante una situación como la actual de mucha incertidumbre y necesidad de reinvención.
Pero, ¿Por qué actuamos así?
Existen varias razones. Las dos principales que he podido ver son:
1) quieres demostrarte a ti y a los demás que en verdad has tomado la decisión correcta y
2) ya no sabes (de verdad) pararte a pensar, estás en modo autopiloto y reactivo.
Pues bien, sorprendentemente esto se ha convertido en el mal nº 1 de los líderes.
No sabemos ser lo suficientemente autocríticos cuando vemos que algo no está saliendo como queremos.
Ni tampoco sabemos reaccionar actuar a señales evidentes para replantearnos hacer cambios.
Y como si esto no fuera suficiente, ¿Sabes qué lo va alimentando día a día?
Lo que los medios y las redes sociales, “expertos” y toda una industria de la motivación proclaman con sus mensajes de un positivismo absurdo de “la vida es bella”, “aguanta que todo pasa” o “sigue intentándolo que tú vales y las cosas siempre salen”.
Motivación? Inspiración? Claro que sí, por que no. Siempre, si te ayuda a coger fuerzas para avanzar y ACTUAR.
Pero pregúntate… ¿Realmente mi comportamiento y mi forma de pensar me llevan a una acción de reflexionar críticamente y a actuar en consecuencia? O más bien, ¿Me pone en modo “aguanta el chaparrón y pon la atención en lo bonito”?
Y es que se habla mucho de la resiliencia. Demasiado. Y encima se explica mal.
Es bueno tener aguante ante las adversidades. Claro que sí. Tener tenacidad con un objetivo marcado y tener certeza que al final las cosas saldrán para adelante o que se resolverán.
Pero esta fé en que se prevalecerá hasta el final no tiene nada que ver con aferrarse de forma irracional a una fantasía que nos contamos o que nos queremos creer en medio de un entorno cambiante e incierto.
La clave está en PARAR, PENSAR y ACEPTAR QUE NOS HEMOS EQUIVOCADO… y esto hacerlo de verdad.
¿Pero cómo?

Te sugiero algo simple y lógico ya que es lo que siempre funciona. Sigue estos 7 pasos:
  1. Toma primero conciencia si estás en medio de una espiral sin sentido de esfuerzo y desgaste (Pregúntate: ¿Estoy satisfecho en cómo estoy avanzando y el retorno que obtengo? o ¿Estoy dónde debería estar según como lo definí al principio?)
  2. Párate y reflexiona del por qué está ocurriendo
  3. Cuando veas que no encaja lo que percibes: Admítelo de forma honesta que te has equivocado o que tienes que cambiar lo que estás haciendo
  4. El paso decisivo: ¡Toma una decisión! Se consecuente y decide soltar LO QUE NO TE FUNCIONA
  5. Define el cambio que te permita mejorar (se honesto contigo mismo porque tú sabes lo que realmente necesitas)
  6. Tradúcelo en acciones concretas
  7. Conecta estas acciones con tu máximo compromiso y con hábitos diarios

Se trata de pasos simples, pero no fáciles.
Lo más duro va a ser el que te admitas que te has equivocado y que has perdido el tiempo.
Déjate de egos y creencias limitantes.
Esto explica el porque aun sigues manteniendo relaciones tóxicas o que no hayas hecho los cambios necesarios en tu equipo, o que continúes con la misma estrategia y forma de trabajar, etc.
Nos cuesta soltar. Sí, es así. Es difícil soltar creencias, hábitos y formas de actuar que no nos llevan a donde queremos.
Para ello necesitas coraje, humildad y claridad. Estos valores te ayudarán a aceptar y a estar dispuesto a probar otros caminos.
¿Cómo lo ves tú?

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Las personas se saben liderar ellas mismas mucho mejor... si les dejas!

4/27/2021

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Estamos literalmente atiborrados de lectura inspiracional sobre liderazgo. 
Creo firmemente que el rol real del directivo no es liderar o gestionar personas. Es principalmente gestionar los procesos y la estrategia. 
Vale, sé que esto ahora puede resultar chocante ... que no encaja con lo que todos los gurús y las escuelas de negocio continuamente dicen.
Hablo simplemente desde lo que veo y me cuentan.
El error que más me encuentro en organizaciones es que muchos líderes se creen que están para liderar personas. Piensan que las personas son su máxima responsabilidad, incluso la herramienta o el recurso al que más se deben dedicar para lograr los objetivos de la empresa. 
La creencia que está más extendida es la de “si consigo hacer que las personas trabajen bien y estén motivadas, en consecuencia, tendré el éxito del negocio”. 
Pues bien… para mi esto es un MITO. 
O dicho de otra forma: Falta una parte importante, la más importante en esta ecuación. 
Las empresas que están sorteando bien esta crisis han entendido que el ser líder o liderar significa el concentrarse en que existan y funcionen bien los procesos críticos. El líder está en realidad para gestionar y liderar el cambio (hoy en día más que nunca), fijar la agenda de prioridades, garantizar una excelente comunicación, definir los objetivos, … y en concreto establecer la estrategia y la visión de la empresa. 
En todo esto necesitamos las personas. Sí, sin duda. Es la parte central. 
Pero las personas deben saber y querer autogestionarse ellas mismas. Deben tener capacidades, criterio, la actitud y los recursos propios para enfrentarse a sus retos. 
Un buen líder sabe de esto. 
Un buen líder y directivo sabe que debe ayudar a su equipo a que coja autonomía y luego dejar que su equipo crezca y sepa autogestionarse. Debe asumir que debe llegar a ser prescindible en cuanto a que las personas trabajen bien y tomen decisiones. 
Y aquí está la clave y a la vez el problema en las organizaciones.  
NO SE LIDERA de esta forma.  
En Saltor Talent reducimos el buen liderazgo del talento a 6 claves esenciales: 
  • Consigue que las personas realmente se involucren y se responsabilicen de lo que hacen. 
  • Ayúdales a ver la relevancia y el impacto que tiene lo que hacen, así como su comportamiento en ellos mismos, en sus vidas, en sus compañeros, en los clientes, etc. 
  • Rétales con preguntas a cuestionarlo todo y a esforzarse en buscar soluciones fuera de lo común. 
  • Asegura que las personas no dependan de ti y hazles entender que son responsables de su propio desarrollo y mejora. 
  • Hazles ver que son imprescindibles, tanto por lo que hacen, indiferentemente de su puesto y cargo, como por lo que son como personas.
  • Evidencia que su aportación diaria supone una diferencia y contribuye al éxito general de la empresa. 

¡Te animo a poner en práctica estas claves!
Pero una advertencia final: Son claves simples, pero no fáciles de implantar...

#liderazgo #RRHH #gestión #capacidades #actitud #éxito #organizaciones
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    Daniel is a top international coach with more than 15 years experience in helping people to become inspiring leaders, compelling speakers and high performers.

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